viernes, 30 de diciembre de 2011

Tropezandose con la misma piedra...

Capítulo I

Diego bajo del taxi a encontrarse con Sergio y otros antiguos compañeros de la universidad. Desde que se graduaron y conforme fueron tomando trabajos cada vez más lejanos se alejaron poco a poco. Sin embargo, el matrimonio de Sergio era una buena oportunidad para reunirse, esa noche iban a hacerle su despedida y nada mejor que calentar motores en el bar del chino, un viejo bar en el que habían llevado a cabo sus noches de juerga universitaria y que a pesar del tiempo subsistía como un point para tomarse unos tragos.

Chino una jonca bien heladita, que hoy venimos con sed - pidió Sergio mientras juntaban un par de mesas – Y tráete un vaso para cada uno – agrego - Muchachos, la noche es virgen y hoy día nadie duerme – exclamo Sergio. Él siempre organizaba las juergas en los tiempos de la universidad y esa noche prometía ser una de aquellas.

Las botellas fueron pasando poco a poco y la caja de cervezas voló tan rápido como llego - Diego a pesar de estar a gusto por encontrarse nuevamente con su gente, no podía dejar de pensar en Valeria.

No puedo salir, lo siento, pero estoy cansada - le había dicho Valeria hacia unas horas. Diego había estado fuera dos semanas y sin embargo ella ni se inmuto cuando fue a verla a su departamento. Todo se estaba enfriado de a pocos desde que Diego había empezado a trabajar fuera de la ciudad y conforme pasaba el tiempo la distancia entre los dos se iba haciendo más grande.

Diego trato de disimular su enojo y se largó lo más rápido posible del departamento de Valeria, cuando ella lo llamó al rato para decirle que quería salir de todos modos, simplemente le respondió que ya había quedado en salir con unos amigos, al fin y al cabo lo que menos necesitaba en una despedida era a su flaca llamándolo a cada rato.

Sin embargo, conforme las horas y las cervezas pasaron, solo podía pensar más en ella, se daba cuenta que ya no había nada entre los dos, ya hacía tiempo que solo se repetían las frases de siempre, si es que no estaban peleando. No recordaba haber hablado de algo específico con ella en los últimos días, ni de sus cosas ni de sus proyectos, ya no había nada entre los dos.

Listo muchachos, vámonos, llego la hora de ir a divertirnos de verdad - dijo Sergio levantándose de su silla. Eran casi la 1 y la gente salía de a pocos del local con la intención de seguirla en otros lugares.

No creo que vaya, estoy huasca bro, ya me quito - respondió Diego levantándose pesadamente.

Vamos a comer algo, tanto andar con tu hembrita te ha cagado – le dijo Sergio mientras lo jalaba del hombro.

No es eso, el viaje te chaquetea - Diego sentía pesadez en la cabeza.

Vamos a comer muchachos – caminaron en grupo hacia la tía que vendía sándwiches cerca a la bodega del chino.

Mientras avanzaban, algunos desaparecieron sin decir nada, ya las cosas no eran como antes, cuando se amanecían en grupo por esas mismas calles.

¿Qué te pasa que estas ahuevado? - le pregunto Sergio mientras pedían los sándwiches.

Nada, ya te dije, estoy cansado – respondió Diego en medio de su borrachera.

No te vas a largar, es mi despedida, aun tenemos que ir a otros lugares donde puedes divertirte y ahogar las penas - Sergio le lanzo una mirada picara y una sonrisa cómplice.

No, me voy a mi casa, ya en tu matrimonio la seguimos, deja algo para la noche de bodas – respondió Diego despidiéndose finalmente.

Siempre tengo de sobra – le respondió Sergio ufanándose.

Cabrón, ya nos vemos el próximo fin de semana - dijo sonriéndose Diego.

Como quieras, huevón no me falles, el matri va a estar bueno, a mi suegro uno de sus socios le ha prestado una jato de campo y voy a poner movilidad, si te quieres quedar a dormir cerca, hay un hotelito campestre para que te quedes con la cachetona, yo te paso el dato en la semana.

Bacan, chau mela, ya me voy - Diego tomo el taxi, pero no fue a su casa, fue al departamento de Valeria.

Abrió la reja del edificio y entro al depa de Vale, todo estaba apagado, prendió la luz de la sala, pero ella no estaba. La llamo a su cel pero nunca le contesto (algo que ya era una constante) probablemente había salido con sus amigas, al final ya que importaba, decidió esperarla, sentado en el mueble de la sala.

Mi amor ¿Que ha pasado, porque estás ahí en el mueble? - la voz de Valeria lo hizo despertar, estaba parada frente a él en medio de la sala - ¿Por qué no te has acostado? Estas borracho ¿Verdad? Ven para que duermas.

Vale se acerco a Diego, sin embargo el se paro inmediatamente, sin poder decir nada, con la saliva atorada en la garganta y con una mirada vacía.

Ven - le dijo Valeria extendiéndole la mano. El siguió mirándola, quería decirle todo lo que tenía en su cabeza. Decirle que deseaba terminar con ella, decirle que a pesar de que aún le explotaba el pecho cuando estaba a su lado, había llegado el momento de decir adiós, decirle que a pesar de que no había nada que le importara más que ella, sentía que sus caminos se habían separado.

Pero solo siguió en silencio, se congelo frente a ella mientras luchaba consigo mismo para poder escupirlo todo por un lado y simplemente quedarse callado, por el otro.

Te quiero – le dijo finalmente, y las palabras salieron desgarrándole la garganta y dejándole un ardor en el estomago – te quiero – repitió con la voz agitada mientras seguía luchando consigo mismo.

Yo también – susurro Vale, cogiéndole la cabeza - ¿Dónde has estado? Estas mal - acerco su rostro al suyo y le dio un beso.

Diego se rindió extenuado de su lucha interna y le devolvió el beso, el sabor de sus labios termino de embriagarlo y simplemente se dejo llevar.

Ninguno de los dos tuvo el valor de terminar cuando debieron hacerlo, cuando llego el día en que resbalo la gota que colmó el vaso, se separaron lastimándose mutuamente y heridos para siempre.


Capítulo II

Diego veía el sol caer mientras esperaba a Malu hacia más de media hora. Debían haberse encontrado con el resto de su grupo a las 6 de la tarde en casa de Alexandra pero el reloj de Diego marcaba 6:15 y Malu no aparecía.

Diego, prefirió no hacerse líos y esperar, el sol se ocultaba lentamente tiñendo de un anaranjado tenue las nubes del cielo limeño, dándole una sensación de tranquilidad que había olvidado hacia buen tiempo.

Malu salió de su casa casi a las 6:30 – Hola, sorry me he hecho demasiado tarde, pero es que no pude acomodar ninguna de mis cosas anoche – venia con su mochila y un par de bolsas en la mano.

No hay problema, busquemos un taxi, debemos ir a la casa de Ale de una vez, hay que ganar tiempo porque la ruta hasta su casa es larga - respondió Diego mientras tomaba las bolsas de las manos de Malu.

Para variar los taxistas no querían llevarlos – No maestro hasta alla no voy – fue la respuesta que obtuvieron de tres de ellos. Al único que se ofreció a llevarlos no le discutieron el precio a pesar de que abusó de su prisa.

Ale se va a molestar, estamos re-tarde – dijo Malu una vez que treparon al taxi.

Sabíamos que sería complicado por el tráfico a esta hora y del día que tampoco ayuda, toda la gente está saliendo a la juerguita del Sábado chico... al final, ya estamos en el taxi y en camino, tranquila - dijo Diego sonriendo al tiempo que volteaba a mirar las calles llenas del trafico limeño de viernes por la tarde.

Ni siquiera he podido arreglar todas mis cosas, si me quedaba a acomodarlas en mi casa me iba a demorar más, Ale debe estar reventando, ella siempre se molesta cuando nos demoramos y ni siquiera le he respondido el teléfono – Malu lucía preocupada como una niña que no quiere ir a ver a su mama cuando ha hecho algo mal.

A mí no me ha llamado, que raro, ya hablaremos con ella cuando lleguemos a su casa ¿Que es todo eso que tienes en las bolsas? - comento Diego mientras las acomodaba en el asiento del auto - ¿Quieres que pongamos todo en tu mochila?

Pucha no sé si podre arreglar todo esto, ayúdame, si? – le dijo Malu con cara compungida

Está bien, saquemos todo y acomodemos - Diego miro sonriente a Malu mientras lo hacía, un buen tiempo había pasado desde que no tenían un momento así juntos, después de que pelearan por algo soso y sin sentido hacia un par de meses, ella le devolvió la sonrisa mientras arreglaban las cosas.

Creo que ya está todo - dijo Diego mientras cerraba la mochila de Malu - solo había que arreglar un poco, hasta te ha sobrado espacio.

¡Gracias! Pensé que no iba a poder meter todo ¿Aun falta mucho para llegar donde Ale?

Creo que estamos a mitad de camino, el tráfico no ayuda.

¿Cómo estará el clima? Ni siquiera revise bien lo que me he puesto. ¿Crees que este polo este bien? - pregunto Malu mientras le jalaba un poco su polo para mostrárselo a Diego.

Creo que sí, con algo más encima no deberías tener problemas - respondió.

Ni siquiera puedes ver bien, pasa las mochilas al costado y mira el polo.

Está bien, espera - respondió Diego mientras sacaba las mochilas.

Se acerco a Malu y miro el polo mientras sentía su perfume envolverlo - Creo que está bien - dijo, tragando saliva, al levantar la mirada observo a Malu cara a cara, los recuerdos saltaban sin parar, se acercaron el uno al otro sin decir nada, como si no quisieran decir algo que malogre el momento y se dieron un beso tierno y suave.

Un calor reconfortante recorrió el cuerpo de Diego, haciéndole olvidar las dudas que aun tenia, pegaron sus cabezas con las miradas bajas - Te extrañe – fue lo único que le pudo decir y con eso empezaron nuevamente.

A pesar del momento, lo que no está destinado a funcionar, jamás camina hacia adelante, un mes después terminarían definitivamente.


Capítulo III

¡Hola! ¿Como estas? – dijo Diego mientras se abrazaba efusivamente con Isabel.

Hacia un par de años se habían separado prometiendo encontrarse nuevamente. Nunca lo hicieron hasta esa noche en que se vieron en Miraflores.

Un par de días antes, Diego había recibido un mensaje saludándolo por su cumpleaños. A pesar de que el número era desconocido, estaba escrito de una manera bastante afectiva y cercana, no pudo imaginar quién era el remitente, así que llamo al número al poco rato de recibir el mensaje.

Soy Isabel - le respondieron desde el otro lado del teléfono. No pudo creerlo, habían pasado cerca de tres años desde el último día que la había visto.

Luego de una pequeña conversación, quedaron en verse el jueves en Miraflores, caminaron juntos, conversando, bromeando, preguntando por los viejos amigos en común, por los lugares que compartieron juntos y por aquellos que cada uno había recorrido.

He venido a quedarme – le dijo Isabel – en realidad toda mi familia está viniendo, mis dos últimos hermanos van a terminar sus estudios acá y mi hermana y yo ya estamos trabajando por aquí cerca - Señalando en dirección a unos edificios.

Diego la miro sonriente – está bien, me parece bien, ahora que estamos en contacto podemos quedar para salir – aunque sin mucho convencimiento y ni siquiera le pregunto cómo había conseguido su número.

Luego de caminar un rato más por el malecón, Diego acompaño a Isabel al departamento que compartía con su hermana.

Ambos sonreían un poco turbados, como aquella primera vez en que salieron juntos.

Mientras se detenían afuera del edificio, se abrazaron mutuamente - Ya me voy a descansar – dijo Isabel, lanzándole una mirada a Diego que lo sumergió en todo aquel tiempo que pasaron juntos, en los recuerdos, las cosas compartidas, las citas a escondidas para poder estar solos sin que nadie los molestara.

Diego se acerco a ella y la beso suavemente, su aliento le lleno el pecho y cerró los ojos mientras un montón de cosas le daban vueltas en la cabeza – Cuídate, si? le dijo finalmente.

Si - le respondió Isabel – lo haré, tú también hazlo.

Lo haré, ya tengo que irme – dijo Diego mientras se abrazaban una vez más.

Mientras se iba, a pesar de que pensó en voltear a mirarla mientras subía el edificio, no lo hizo, sabía que no debería volver a buscarla nunca más.

Tal vez al fin Diego había aprendido aquello que le dijeron cuando trabajaba en campo – Ingeniero, hoja que cae del árbol, jamás puede volver a pegarse en la rama...





Una oportunidad perdida, en el amor no vuelve mas,
son las lecciones de la vida, que nunca mas te servirán...