viernes, 30 de marzo de 2012

Una trepada al San Andres


El fin de semana un grupo de Camycanes fuimos a subir el pico del San Andrés, una ruta que había hecho el año pasado, pero que intenté nuevamente hace unas semanas y no pude lograr. Y si bien es cierto, el mal clima fue el que nos hizo bajar cuando apenas llegamos al glaciar, ese día me regresé con el mal sabor en la boca de no haber podido avanzar al ritmo que supuestamente avanzaba antes, además de que me frikee subiendo en la morrena. Esto ha sido una constante desde el año pasado, luego que me lesionara, dejara de entrenar y salir, gané peso, perdí velocidad, resistencia y muchas otras cosas más.

A pesar que desde enero he venido haciendo algunas rutas, y creo que las he logrado casi todas, no he logrado sentirme bien conmigo mismo en todo este tiempo. No sé porque pero no lograba gozar la montaña de la misma forma en que lo hacia el año pasado, salvo en algunos chispazos momentáneos.

El domingo parecía un día más de esos, mientras subíamos a Ticlio por un breve momento en el auto tuve problemas para respirar, algo que no me había pasado nunca antes. Cuando empezamos a caminar, subí de forma lenta y pensé que no lo lograría nuevamente, el único consuelo que me quedó fue que los cursos con el sensei han dado algunos resultados y podía trepar mejor por las rocas.

Al llegar al glaciar, mire lo que aun faltaba y no sabía si lo haría. Comí algo de cancha con queso (gracias Yessi, gracias zorro) con un poco de agua y empecé a trepar con el grupo. Para malear aun más las cosas, no había llevado crampones así que fácil si alguna cuesta se ponía jodida por la nieve me iba a quedar abajo. 

Empecé a caminar y no sé lo que me paso, pero me sentí más tranquilo, al llegar a la primera cuesta cogí mis bastones y me lance a treparla, no me resulto fácil, y como la subí algo rápido, al llegar a la explanada mi respiración estaba agitada. Mire hacia atrás, había hecho la cuesta, tenia que hacer el resto de la ruta, tenía que llegar hasta el final.

Al continuar la caminata, recordé algo que me había pasado hace algunos meses.  Me encontré con un amigo de la universidad al que no veía hace mucho tiempo y luego de conversar un rato, me dijo: “He visto tus fotos en el face… te saliste con la tuya, estás haciendo lo que te gusta”. “Sí” -  le respondí algo turbado – “lo estoy haciendo”. Al recordar en medio de la nieve esa escena, me di cuenta que mi amigo tenía razón, esto es lo que realmente me gusta, no soy el mejor trekkeando o escalando roca o subiendo una montaña, pero esto es lo que siempre he querido y quiero hacer.

Al llegar al último tramo de la ruta hacia la cumbre, enfrente de nosotros había una pared, alistamos el equipo pensando en que si no encontrábamos una ruta, tendríamos que escalar. Afortunadamente Angie y Paola al llegar nos indicaron que había una arista por la que se podía subir trepando, me dije de todo al darme cuenta que era la arista por la que había subido hacia un año antes y no la había reconocido. A pesar de eso, mientras subía detrás de Jean Marc y Carlos Alexander, me sentí otra vez, realmente en la montaña. Mientras me acercaba cada vez más a la cumbre, el horizonte y la mezcla de colores de la nieve y las rocas de las montañas de Ticlio conformaban un cuadro que aun recuerdo hoy día y hacen sentirme bien conmigo mismo nuevamente.

No sé si algún día me ganaré el derecho de llamarme a mí mismo “montañista”, de ser uno más de aquellos conquistadores de lo inútil que cada cierto tiempo suben tras una ruta, una vía o una cumbre para, según aquellos que no los comprenden, recibir únicamente frio, maltrato, cansancio y sufrimiento. Pero lo que sí se, es que mientras la vida me lo permita, subiré a la montaña, a aprender de ella, a desafiarme, putearme y superarme a mí mismo. A decirme si puedo, cuando ya el cuerpo me diga que no da más, a decidir dar un paso más hacia la ruta cuando simplemente te dan ganas de dar la media vuelta y regresar a casa, a enfrentar mis miedos cuando las cosas se pongan complicadas, a aprender a mantener la calma aun en los momentos más difíciles.

Debido a esto, cuando trepé finalmente la cumbre, no pude resistirme a gritarlo desde el fondo de mi ser: Cumbre!!! Cumbre!!! Cumbre!!! No como un desafío a la montaña, sino para decirle que estaba ahí nuevamente y me sentía feliz de haberlo hecho.

Finalmente solo me resta darles las gracias a todos aquellos hermanos montañistas con los que he compartido todas estas vivencias y experiencias, especialmente a los camywachiturros por tenerme tanta paciencia en la roca, un abrazo a todos ustedes. Nos vemos en la ruta.


No es un soundtrack pero este video me parece apropiado para el post

miércoles, 21 de marzo de 2012

Quisiera


A veces quisiera dejar de mirarte, sin embargo tu mirada se encuentra clavada frente a mis ojos.
A veces quisiera ya no recordarte, sin embargo tu voz se ha impregnado en mi memoria.
A veces quisiera dejar de pensar en ti, sin embargo incluso cuando las cosas se ponen dificiles me parece escuchar tu risa.
A veces quisiera ya no buscarte, sin embargo mis pasos siempre terminan a tu lado.
A veces quisiera dejar que todo esto muera antes que nazca, sin embargo tu presencia lo llena de vida.
A veces quisiera ya no querer tanto, pero como dice la cancion, la locura siempre le gana a la razon...


Quisiera que me hablaras cuando callas, o al menos ser el nudo en tu garganta...
Quisiera, y tantas cosas más quisiera...
Y contar contigo,
y doblar las calles,
y sembrar guayabas,
y soñar con mil detalles...


jueves, 8 de marzo de 2012

Mujer

Fatal cazadora que te cuelas frente a nosotros en los momentos mas inesperados,
Sin siquiera darnos cuenta, aletargas nuestros sentidos uno a uno,
Y mientras tu mirada nubla nuestros ojos, tu perfume abruma nuestro olfato,
mientras tu voz embriaga nuestra cabeza, tu calor envuelve nuestros cuerpos frios,

Con las defensas ya caídas, nos convertimos en rivales vencidos,
Que estancados en medio de la confusión y sedados por el embeleso,
Nos dejamos intoxicar plenamente de tu dulce veneno,
Ese que una vez emponzoñados, estamos dispuestos a probar una y otra vez de tus dulces labios.

Hoy no quise poner soundtrack, pero quiero dejar este pequeño poema del gran Gustavo Adolfo Becquer.

RIMA XXI
—¿Qué es poesía?, dices, mientras clavas 
en mi pupila tu pupila azul, 
¡Qué es poesía! ¿Y tú me lo preguntas? 
Poesía... eres tú.