viernes, 30 de diciembre de 2011

Tropezandose con la misma piedra...

Capítulo I

Diego bajo del taxi a encontrarse con Sergio y otros antiguos compañeros de la universidad. Desde que se graduaron y conforme fueron tomando trabajos cada vez más lejanos se alejaron poco a poco. Sin embargo, el matrimonio de Sergio era una buena oportunidad para reunirse, esa noche iban a hacerle su despedida y nada mejor que calentar motores en el bar del chino, un viejo bar en el que habían llevado a cabo sus noches de juerga universitaria y que a pesar del tiempo subsistía como un point para tomarse unos tragos.

Chino una jonca bien heladita, que hoy venimos con sed - pidió Sergio mientras juntaban un par de mesas – Y tráete un vaso para cada uno – agrego - Muchachos, la noche es virgen y hoy día nadie duerme – exclamo Sergio. Él siempre organizaba las juergas en los tiempos de la universidad y esa noche prometía ser una de aquellas.

Las botellas fueron pasando poco a poco y la caja de cervezas voló tan rápido como llego - Diego a pesar de estar a gusto por encontrarse nuevamente con su gente, no podía dejar de pensar en Valeria.

No puedo salir, lo siento, pero estoy cansada - le había dicho Valeria hacia unas horas. Diego había estado fuera dos semanas y sin embargo ella ni se inmuto cuando fue a verla a su departamento. Todo se estaba enfriado de a pocos desde que Diego había empezado a trabajar fuera de la ciudad y conforme pasaba el tiempo la distancia entre los dos se iba haciendo más grande.

Diego trato de disimular su enojo y se largó lo más rápido posible del departamento de Valeria, cuando ella lo llamó al rato para decirle que quería salir de todos modos, simplemente le respondió que ya había quedado en salir con unos amigos, al fin y al cabo lo que menos necesitaba en una despedida era a su flaca llamándolo a cada rato.

Sin embargo, conforme las horas y las cervezas pasaron, solo podía pensar más en ella, se daba cuenta que ya no había nada entre los dos, ya hacía tiempo que solo se repetían las frases de siempre, si es que no estaban peleando. No recordaba haber hablado de algo específico con ella en los últimos días, ni de sus cosas ni de sus proyectos, ya no había nada entre los dos.

Listo muchachos, vámonos, llego la hora de ir a divertirnos de verdad - dijo Sergio levantándose de su silla. Eran casi la 1 y la gente salía de a pocos del local con la intención de seguirla en otros lugares.

No creo que vaya, estoy huasca bro, ya me quito - respondió Diego levantándose pesadamente.

Vamos a comer algo, tanto andar con tu hembrita te ha cagado – le dijo Sergio mientras lo jalaba del hombro.

No es eso, el viaje te chaquetea - Diego sentía pesadez en la cabeza.

Vamos a comer muchachos – caminaron en grupo hacia la tía que vendía sándwiches cerca a la bodega del chino.

Mientras avanzaban, algunos desaparecieron sin decir nada, ya las cosas no eran como antes, cuando se amanecían en grupo por esas mismas calles.

¿Qué te pasa que estas ahuevado? - le pregunto Sergio mientras pedían los sándwiches.

Nada, ya te dije, estoy cansado – respondió Diego en medio de su borrachera.

No te vas a largar, es mi despedida, aun tenemos que ir a otros lugares donde puedes divertirte y ahogar las penas - Sergio le lanzo una mirada picara y una sonrisa cómplice.

No, me voy a mi casa, ya en tu matrimonio la seguimos, deja algo para la noche de bodas – respondió Diego despidiéndose finalmente.

Siempre tengo de sobra – le respondió Sergio ufanándose.

Cabrón, ya nos vemos el próximo fin de semana - dijo sonriéndose Diego.

Como quieras, huevón no me falles, el matri va a estar bueno, a mi suegro uno de sus socios le ha prestado una jato de campo y voy a poner movilidad, si te quieres quedar a dormir cerca, hay un hotelito campestre para que te quedes con la cachetona, yo te paso el dato en la semana.

Bacan, chau mela, ya me voy - Diego tomo el taxi, pero no fue a su casa, fue al departamento de Valeria.

Abrió la reja del edificio y entro al depa de Vale, todo estaba apagado, prendió la luz de la sala, pero ella no estaba. La llamo a su cel pero nunca le contesto (algo que ya era una constante) probablemente había salido con sus amigas, al final ya que importaba, decidió esperarla, sentado en el mueble de la sala.

Mi amor ¿Que ha pasado, porque estás ahí en el mueble? - la voz de Valeria lo hizo despertar, estaba parada frente a él en medio de la sala - ¿Por qué no te has acostado? Estas borracho ¿Verdad? Ven para que duermas.

Vale se acerco a Diego, sin embargo el se paro inmediatamente, sin poder decir nada, con la saliva atorada en la garganta y con una mirada vacía.

Ven - le dijo Valeria extendiéndole la mano. El siguió mirándola, quería decirle todo lo que tenía en su cabeza. Decirle que deseaba terminar con ella, decirle que a pesar de que aún le explotaba el pecho cuando estaba a su lado, había llegado el momento de decir adiós, decirle que a pesar de que no había nada que le importara más que ella, sentía que sus caminos se habían separado.

Pero solo siguió en silencio, se congelo frente a ella mientras luchaba consigo mismo para poder escupirlo todo por un lado y simplemente quedarse callado, por el otro.

Te quiero – le dijo finalmente, y las palabras salieron desgarrándole la garganta y dejándole un ardor en el estomago – te quiero – repitió con la voz agitada mientras seguía luchando consigo mismo.

Yo también – susurro Vale, cogiéndole la cabeza - ¿Dónde has estado? Estas mal - acerco su rostro al suyo y le dio un beso.

Diego se rindió extenuado de su lucha interna y le devolvió el beso, el sabor de sus labios termino de embriagarlo y simplemente se dejo llevar.

Ninguno de los dos tuvo el valor de terminar cuando debieron hacerlo, cuando llego el día en que resbalo la gota que colmó el vaso, se separaron lastimándose mutuamente y heridos para siempre.


Capítulo II

Diego veía el sol caer mientras esperaba a Malu hacia más de media hora. Debían haberse encontrado con el resto de su grupo a las 6 de la tarde en casa de Alexandra pero el reloj de Diego marcaba 6:15 y Malu no aparecía.

Diego, prefirió no hacerse líos y esperar, el sol se ocultaba lentamente tiñendo de un anaranjado tenue las nubes del cielo limeño, dándole una sensación de tranquilidad que había olvidado hacia buen tiempo.

Malu salió de su casa casi a las 6:30 – Hola, sorry me he hecho demasiado tarde, pero es que no pude acomodar ninguna de mis cosas anoche – venia con su mochila y un par de bolsas en la mano.

No hay problema, busquemos un taxi, debemos ir a la casa de Ale de una vez, hay que ganar tiempo porque la ruta hasta su casa es larga - respondió Diego mientras tomaba las bolsas de las manos de Malu.

Para variar los taxistas no querían llevarlos – No maestro hasta alla no voy – fue la respuesta que obtuvieron de tres de ellos. Al único que se ofreció a llevarlos no le discutieron el precio a pesar de que abusó de su prisa.

Ale se va a molestar, estamos re-tarde – dijo Malu una vez que treparon al taxi.

Sabíamos que sería complicado por el tráfico a esta hora y del día que tampoco ayuda, toda la gente está saliendo a la juerguita del Sábado chico... al final, ya estamos en el taxi y en camino, tranquila - dijo Diego sonriendo al tiempo que volteaba a mirar las calles llenas del trafico limeño de viernes por la tarde.

Ni siquiera he podido arreglar todas mis cosas, si me quedaba a acomodarlas en mi casa me iba a demorar más, Ale debe estar reventando, ella siempre se molesta cuando nos demoramos y ni siquiera le he respondido el teléfono – Malu lucía preocupada como una niña que no quiere ir a ver a su mama cuando ha hecho algo mal.

A mí no me ha llamado, que raro, ya hablaremos con ella cuando lleguemos a su casa ¿Que es todo eso que tienes en las bolsas? - comento Diego mientras las acomodaba en el asiento del auto - ¿Quieres que pongamos todo en tu mochila?

Pucha no sé si podre arreglar todo esto, ayúdame, si? – le dijo Malu con cara compungida

Está bien, saquemos todo y acomodemos - Diego miro sonriente a Malu mientras lo hacía, un buen tiempo había pasado desde que no tenían un momento así juntos, después de que pelearan por algo soso y sin sentido hacia un par de meses, ella le devolvió la sonrisa mientras arreglaban las cosas.

Creo que ya está todo - dijo Diego mientras cerraba la mochila de Malu - solo había que arreglar un poco, hasta te ha sobrado espacio.

¡Gracias! Pensé que no iba a poder meter todo ¿Aun falta mucho para llegar donde Ale?

Creo que estamos a mitad de camino, el tráfico no ayuda.

¿Cómo estará el clima? Ni siquiera revise bien lo que me he puesto. ¿Crees que este polo este bien? - pregunto Malu mientras le jalaba un poco su polo para mostrárselo a Diego.

Creo que sí, con algo más encima no deberías tener problemas - respondió.

Ni siquiera puedes ver bien, pasa las mochilas al costado y mira el polo.

Está bien, espera - respondió Diego mientras sacaba las mochilas.

Se acerco a Malu y miro el polo mientras sentía su perfume envolverlo - Creo que está bien - dijo, tragando saliva, al levantar la mirada observo a Malu cara a cara, los recuerdos saltaban sin parar, se acercaron el uno al otro sin decir nada, como si no quisieran decir algo que malogre el momento y se dieron un beso tierno y suave.

Un calor reconfortante recorrió el cuerpo de Diego, haciéndole olvidar las dudas que aun tenia, pegaron sus cabezas con las miradas bajas - Te extrañe – fue lo único que le pudo decir y con eso empezaron nuevamente.

A pesar del momento, lo que no está destinado a funcionar, jamás camina hacia adelante, un mes después terminarían definitivamente.


Capítulo III

¡Hola! ¿Como estas? – dijo Diego mientras se abrazaba efusivamente con Isabel.

Hacia un par de años se habían separado prometiendo encontrarse nuevamente. Nunca lo hicieron hasta esa noche en que se vieron en Miraflores.

Un par de días antes, Diego había recibido un mensaje saludándolo por su cumpleaños. A pesar de que el número era desconocido, estaba escrito de una manera bastante afectiva y cercana, no pudo imaginar quién era el remitente, así que llamo al número al poco rato de recibir el mensaje.

Soy Isabel - le respondieron desde el otro lado del teléfono. No pudo creerlo, habían pasado cerca de tres años desde el último día que la había visto.

Luego de una pequeña conversación, quedaron en verse el jueves en Miraflores, caminaron juntos, conversando, bromeando, preguntando por los viejos amigos en común, por los lugares que compartieron juntos y por aquellos que cada uno había recorrido.

He venido a quedarme – le dijo Isabel – en realidad toda mi familia está viniendo, mis dos últimos hermanos van a terminar sus estudios acá y mi hermana y yo ya estamos trabajando por aquí cerca - Señalando en dirección a unos edificios.

Diego la miro sonriente – está bien, me parece bien, ahora que estamos en contacto podemos quedar para salir – aunque sin mucho convencimiento y ni siquiera le pregunto cómo había conseguido su número.

Luego de caminar un rato más por el malecón, Diego acompaño a Isabel al departamento que compartía con su hermana.

Ambos sonreían un poco turbados, como aquella primera vez en que salieron juntos.

Mientras se detenían afuera del edificio, se abrazaron mutuamente - Ya me voy a descansar – dijo Isabel, lanzándole una mirada a Diego que lo sumergió en todo aquel tiempo que pasaron juntos, en los recuerdos, las cosas compartidas, las citas a escondidas para poder estar solos sin que nadie los molestara.

Diego se acerco a ella y la beso suavemente, su aliento le lleno el pecho y cerró los ojos mientras un montón de cosas le daban vueltas en la cabeza – Cuídate, si? le dijo finalmente.

Si - le respondió Isabel – lo haré, tú también hazlo.

Lo haré, ya tengo que irme – dijo Diego mientras se abrazaban una vez más.

Mientras se iba, a pesar de que pensó en voltear a mirarla mientras subía el edificio, no lo hizo, sabía que no debería volver a buscarla nunca más.

Tal vez al fin Diego había aprendido aquello que le dijeron cuando trabajaba en campo – Ingeniero, hoja que cae del árbol, jamás puede volver a pegarse en la rama...





Una oportunidad perdida, en el amor no vuelve mas,
son las lecciones de la vida, que nunca mas te servirán...

martes, 18 de octubre de 2011

Rompecabezas

Una sonrisa siempre presente, el eco de una risa cada vez más lejana, la efigie de una mirada que yerra su camino de partida y aun pulula por las noches cual fantasma de Canterville sin asustar ya a nadie mientras busca su reposo eterno, varios intentos fútiles que fueron descuartizados con un verso de despedida, una decisión tomada con una renuncia resuelta en un punto del cual ya no había salida.
Todas estas piezas amigos míos forman parte del rompecabezas de una historia que no merece ser contada pero que valió la pena ser vivida, porque mientras de ella me despedía, me encontré a mí mismo…

jueves, 8 de septiembre de 2011

Aun cruzas mi mente...

No sé porque, pero pareciera que en estos días el universo se hubiera propuesto el hacerme recordarte. Una de las chicas en la oficina se ha empeñado en usar tu perfume y debo reconocer que aún me embriaga el sentir tu olor. Ayer mientras viajaba en el bus, escuché aquella canción que bailaste para mí en el malecón aquella noche del día en que nos conocimos y recordé y recordé una y otra vez inexorablemente tu sonrisa,  tus historias, tus ocurrencias, tus cosas y tu mirada, pero sobretodo la forma en que te acurrucabas en mis brazos mientras te besaba.

Por suerte, ya no hay más nostalgia en medio de tus recuerdos, ahora sólo sonrío cuando apareces en mi mente, pues a pesar que te quise más de lo que alguna vez percibiste, debo agradecer por muchas razones el haberte conocido y  reconocer que estando sin ti soy feliz…

Una cancion del soundtrack de la ultima pelicula juntos, la noche en que me di cuenta que  nuestros caminos estarian mejor separados...



"Why are you so far away?" she said
"Why won't you ever know that I'm in love with you? That I'm in love with you?"
You soft and only, You lost and lonely You strange as angels
Dancing in the deepest oceans, twisting in the water, you're just like a dream...




martes, 14 de junio de 2011

Aquel viejo par de zapatos...

Te lo dije, están perfectos – dijo Valeria casi gritando de emoción, mientras su risa se atenuaba en una graciosa sonrisa al ver el rostro de Diego al ponerse aquellos zapatos.

Esa mañana, mientras Diego se preparaba para salir a almorzar, le comentó a su madre que iba a aprovechar la salida para comprar algo de ropa. Pensaba adquirir una camisa manga larga pues dado el frio de la zona donde trabajaba era pésima la idea salir a la calle en manga corta.

Deberías comprarte un par de zapatos de vestir – le respondió inmediatamente su madre. Diego miró a su madre con cara de no empieces otra vez, nunca logró entender la fijación de su mamá para sugerir que usara esas cosas. En lo que a él concernía, no había nada más cómodo para salir que usar un buen par de zapatillas con cápsula de aire. Aunque en realidad, ya había empezado a usar casi a diario las botas CAT que inicialmente había comprado para el trabajo, eran bastante cómodas y los usaba a su vez indistintamente para salir cuando estaba en la ciudad.

Mamá, tú sabes que allá llueve en el momento menos esperado, los compraría sólo para maltratarlos – arguyó inmediatamente.

¿Pero acaso todo el tiempo paras en campo? ¿Y cuando sales a hacer cosas por la ciudad? Siempre andas con esas botas a todos lados, deberías ser más formal, además no sé cómo sales a bailar con semejante peso en los pies y por último un par de zapatos formales siempre son necesarios – le replicó su madre.

Diego la miro resignado, siempre se preguntaría si era sólo su madre o todas y quizá cada una de las madres existentes en el mundo eran así. Si un genio encantado le hubiera dado el poder de reformar su guardarropa, ella lo hubiera llenado de pantalones, camisas, zapatos de vestir, y ternos.

Olvídalo, no voy a gastar en algo que no me gusta y que además no voy a usar, nos vemos – le respondió finalmente mientras se despedía de ella.

Tu mamá tiene razón – le objetó Valeria mientras almorzaban, Diego odió el momento en que se le ocurrió contarle el dialogo de la mañana. Nunca logró entenderlo a pesar que su madre siempre odiaba todo lo que se relacionara con ella, Valeria siempre le daba la razón en todo.

Es tu madre, hazle caso por favor, ella sabe - Solía decirle, mientras lo abrazaba tratando de hacerle entrar en razón, ya había perdido la cuenta de cuántas veces había escuchado aquella letanía, tal vez tantas como cuando su madre afirmaba contundentemente no me hables de esa…

Además cuando vamos a Stigma debes ir en zapatos y si bien es cierto te dejan entrar con las botas, no se ve bien que vayas así – argumentó finalmente Valeria.

Vale, aunque trato de venir seguido a verte a ti y a mi mamá, cuando vengo, no siempre vamos a Stigma, sólo ocasionalmente, prefiero comprarme algo que me pueda ser más útil – replicó Diego. Pensó en dejar que el tema se diluya al finalizar el almuerzo y buscar sólo la camisa. Sin embargo, al entrar a una tienda, encontraron una sección de zapatos – veamos cuál de estos te gusta – le dijo Valeria animosa mientras lo jalaba de la mano a la dichosa sección.

No me gusta usar esas cosas – respondió Diego ya cansado, por enésima vez en ese día.

Vamos, sólo pruébate algunos y si no te gustan no te compras nada – replicó Valeria, mientras lo miró como diciendo ¿y qué tienes que perder?

Diego accedió de mala gana, de cualquier forma ya sabía lo que iba a pasar, se probaría algunos modelos, ninguno le gustaría o no se lograría sentir cómodo con ellos. Luego de mirar con desdén la mayoría de zapatos y cuando pensó que podrían irse finalmente, Valeria señaló un par y le dijo - esos te van a gustar. Diego solo atinó a mirarla con cara de pocos amigos pues ya estaba aburrido y sobrecargado por estar ahí, pero antes de que dijera algo, Valeria le pregunto al vendedor si tenían la talla de Diego.

El vendedor les pidió que esperaran un momento mientras él conseguía el número. Diego miró el zapato frunció el ceño y dijo – Vale, sabes que odio los zapatos de punta cuadrada.

¿Pero, por qué? Están bonitos, te van a quedar bien, vas a ver – le dijo Valeria, mientras le lanzaba a Diego la mirada que generaba en él esa sensación en el pecho que jamás podría describir.

Siempre sintió antipatía por aquellos mocosos esnobistas que una vez que eran nombrados ejecutivos junior de alguna empresa, lo primero que hacían era comprarse zapatos de punta cuadrada, un pantalón de alguna marca conocida y empezar a actuar como si fueran dueños del mundo, no quería parecer uno de esos poseros emperifollados. Sin embargo, prefirió no decir nada y se quedó en silencio mientras observaba encandilado a Valeria tratando de convencerlo de que los zapatos le iban a quedar bien.

Diego recibió los zapatos y se los puso con desgano. Sin embargo, los sintió bastante cómodos, más que cualquiera de los otros zapatos que se había probado antes. Además, el modelo era simple, sin monerías ni costuras en exceso, casi llano, a decir verdad le gustaron desde el momento en que se los probó, no lo podía creer y no pudo evitar deslizar una sonrisa.

Te lo dije, están perfectos – dijo Valeria casi gritando de emoción, mientras su risa se atenuaba en una graciosa sonrisa al ver el rostro de Diego al ponerse aquellos zapatos.

En realidad, Diego debía aceptar que Valeria siempre tuvo gusto para escoger ese tipo de cosas, por eso prefería ir a comprar con ella, tenía la de cualidad de ver lo que le quedara bien casi con precisión; en más de una ocasión cuando se había puesto algo que le había ayudado a escoger Vale, mas de una amiga le había comentado lo bien que le quedaba. Al principio se sentía incomodo, pero poco a poco aprendió a sonreír al escuchar los comentarios y luego se lo trasmitía a Vale. En otras ocasiones, cuando Diego tenía que buscar algo para su madre, quien solía ser algo difícil de complacer con los regalos, Valeria sabía escogerlo apenas con verlo – Lo que me has comprado está muy bonito, ¿Dónde lo has conseguido? – Solía decirle su madre - Por ahí, fui buscar en las tiendas y una vendedora me lo sugirió, me alegra que te guste – le contestaba Diego, nunca le confesó que Vale le había escogido el regalo porque su mamá le hubiera encontrado algún defecto.

Está bien, me los llevo –respondió Diego resignado, el vendedor los miró sonriente y sin poder refutar nada, Diego fue a pagar en caja.

La luz se filtraba por las cortinas que cubrían la ventana alta de su cuarto, no sabía exactamente qué hora de la mañana era, pero intuía que eran más de las 10. Su estomago hervía como un horno por la resaca producto de la borrachera que se había mandado la noche anterior junto con su primo y un par de flacas la noche anterior. A pesar de eso, sabía que tenía que cumplir la promesa tantas veces postergada de arreglar finalmente su cuarto y así probablemente vendrían a verlo al mediodía para el ceviche de corte y la respectiva continuación de la juerga, así que tenía que darse prisa.

Empezó a acomodar una a una las cosas que tenía regadas por todos lados y llego al rincón donde arrumaba las cosas que guardaba en caso las necesitara. Se sentó en el suelo a escogerlas y en su cabeza retumbó la voz de su vieja preguntándole para qué guardaba cosas inútiles.

Varias de las cosas estaban embolsadas, una costumbre que ya había aprendido que debía desterrar pues la humedad de Lima enmohecía todo lo que se almacenara de esa manera, pero a pesar de todo seguía haciéndolo, en una de las bolsas encontró un par de zapatos viejos.

¿Qué haces guardando estos zapatos? ya están muy viejos, creo que todo el año pasado los has usado casi de diario, deberías botarlos – le había dicho su madre un año antes, mientras lo ayudaba a acomodar sus cosas en su maleta para el regreso en una de las pocas ocasiones en que había podido ir a visitar a su familia ese año.

Déjalos ahí, a veces los uso – le respondió Diego mintiéndole.

Cachivachero – le dijo su mamá, meneando la cabeza.

Mientras miraba los zapatos, sintió un ardor nuevamente al recordar las calurosas tardes verano en el departamento que ella alquilaba, tan diferentes al crudo invierno en el que ahora vivía, aunque ese ardor ya nunca más lo sentiría en el pecho. Recordó la combinación de los olores de la comida recién cocinada, los platos sin lavar almacenados sobre el lavabo y el sonido cíclico del ventilador removiendo el aire caliente, mientras se hacían el amor licenciosamente apenas iluminados por la luz azul de la lamparita giratoria que alguna vez se les había ocurrido comprar mientras paseaban por el centro de la ciudad, en el pequeño departamento en el que hambrientos el uno del otro trataban de explorarse hasta el último sórdido rincón, como si estuvieran tratando de filmar la escena calentona de una bizarra película clase B al ritmo de bigger stronger.

Los recuerdos emergían a borbotones, se percató que hacía poco se había cumplido un año más desde aquella ocasión en la que había viajado todo un día para poder ver a Valeria, llamando a sus amigos para saber de ella, pensando en cómo la encontraría al llegar, para finalmente llegar a su lado y hacerse promesas que luego ninguno de los dos cumpliría.

Sólo pudo esbozar una leve y tenue sonrisa, espantó todos aquellos recuerdos que hacía mucho tiempo había decidido desechar, ya no sabía nada de Valeria y se dio cuenta, como decía su vieja, que los zapatos solo eran un cachivache más, los volvió a meter en la bolsa y los arrojó a la basura.


I wanna be bigger, stronger, drive a faster car, to take me anywhere in seconds, to take me anywhere I wanna go and drive around a faster car, I will settle for nothing less…


lunes, 6 de junio de 2011

Una lucha a la luz de la luna

Ambos guerreros entraron al ruedo de batalla, lanzando un grito al unísono. Sin embargo, el bronco y grave bramido del guerrero contrastaba de manera enfrentada con el agudo y asesino grito de ella.

El guerrero entro corriendo, mientras blandía su espada con ambas manos, pues él nunca usó un escudo, su nombre era Erfaren, había sido criado para ser un guerrero y desde pequeño le enseñaron que la mejor defensa era el ataque. Cuando era necesario, giraba su espada de uno a otro lado para desviar los golpes de sus enemigos, mientras se movía buscando la posición adecuada para lanzarles un mortal golpe, tenía en su cabeza el dogma que el empleo de un escudo era innoble de un guerrero.

La guerrera entro al ruedo con un vigoroso salto, lanza en ristre en la mano derecha y un largo escudo en la izquierda. Su nombre era Rein, venía de un pueblo antagonista al de Erfaren, pero ambos estaban lejos de sus tierras, en una nueva tierra, agreste y belicosa, Rein no solía usar espadas, prefería la lanza para atacar de forma directa puntos definidos de su oponente, era bastante rápida y ágil así que desde pequeña había aprendido a esquivar los golpes. Sin embargo, luego de muchas luchas había forjado un escudo, no por miedo al enemigo sino porque no quería darle a nadie el lujo de lastimarla nuevamente.

Erfaren entró a la lucha decidido a acabar con su oponente lo más rápido posible, asestó un golpe circular sobre Rein cuando ella estaba en el aire dispuesta a clavarle su lanza. Pero el poderoso escudo forjado con sangre de su dueña la protegió del fuerte golpe.

Rein resistió el embate de la espada enemiga y se posicionó rápidamente, debió haber aprovechado el factor sorpresa y hubiera podido aniquilar a Erfaren inmediatamente. No obstante, algo la hizo dudar cuando se encontró él, tal vez la noche, tal vez la luna, o tal vez simplemente ya se estaba haciendo demasiado vieja para todo esto, sin embargo la lucha era su vida y jamás renunciaría a ella.

Erfaren, la miraba embelesado, era una oponente a la que debía matar, sin embargo cada movimiento de ella le llamaba la atención, su actitud de lucha, sus movimientos felinos le despertaban sentimientos encontrados.

Intercambiaron algunos golpes e intentaron algunos movimientos tratando de sorprender a su oponente, pero por alguna razón embargo las fuerzas estaban equilibradas. Danzaron en círculo mientras la luna los admiraba sombríamente y el silencio de la noche sólo era cortado por el susurrar del viento frio.

Intempestivamente el Erfaren levantó su espada dispuesto a partir a su oponente en dos, el escudo se levantó raudo a proteger a su dueña mientras la lanza salió disparada buscando la sangre en el torso de su enemigo, sin embargo la espada sólo encontró el escudo nuevamente y la lanza aunque rasguñó la piel del guerrero, al final erro el golpe.

Ambos observaban los movimientos de su oponente tratando de hallar el momento adecuado para acabarlo. En uno de los giros que daban uno alrededor del otro, Rein aprovecho su velocidad para golpear en la pierna a Erfaren con un contundente golpe de su lanza, el guerrero no pudo desviar el golpe con su espada y cayó de bruces al suelo, Rein se lanzó sobre él dispuesta a atravesar a su enemigo, sin embargo mientras caía, Erfaren realizó instintivamente un giro de su espada, haciéndole un corte en la pierna a Rein. La guerrera erro el golpe que iba dirigido al torso de su enemigo, pero logró lesionar su hombro derecho

Ambos rodaron por el suelo, tranzados el uno al otro, mientras trataban de no perder sus armas; cuando se separaron, Erfaren levantó su espada con ambas manos dispuesto a dar el golpe final, aún así el hombro lastimado hizo que realizase el movimiento lento e inocuo, Rein aprovecho el momento, se apoyo en su escudo apenas arrodillada en el suelo y lanzó una estocada de manera automática con su lanza.

El aguijón penetró en el abdomen del guerrero y cayó de rodillas, al suelo, mientras trataba de sujetar la lanza que lo había herido mortalmente. Erfaren se desplomó finalmente mientras Rein se erguía agotada crispada a su escudo, de un compartimento interno del mismo sacó una pequeña y afilada daga dispuesto a degollarlo, Erfaren yacía boca arriba con una respiración agitada tratando de luchar a pesar de que sentía que su hora había llegado.

Rein se sentó sobre él colocando sus rodillas a ambos lados de su torso, por primera vez en la noche pudo fijarse en su mirada, era la misma mirada que ella veía cada mañana cuando bajaba al lago a lavarse en las mañanas, se detuvo abstraída y por primera vez en toda la noche se dio cuenta de que ambos compartían el mismo vacío. Se sacó el casco y acercó su rostro al del guerrero abatido, tocó su rostro y beso sus labios, un calor excitante penetró en ambos, sus lenguas se entrecruzaron explorándose el uno al otro, tal vez tratando de insuflarle un último aliento de vida a Erfaren, Rein puso su mano con el puñal dentro de la mano de Erfaren y le susurro al oído – sabes que yo no puedo hacerlo, hazlo tu por mí, acabemos con esto.

Erfaren la miró sorprendido, ella le dijo – hazlo por favor.




El guerrero empuñó la mano de Rein que sostenía la daga y la clavó en el corazón Rein, ambos corazones dejaron de latir al mismo tiempo, la luna se despidió de ellos dejando sus cuerpos en un abrazo eterno mientras los espíritus de ambos guerreros entraban juntos al Valhalla.




Damn my situation and the games I have to play with all the things caught in my mind
Damn my education I can't find the words to say about the things caught in my mind...

Me and you what's going on?
All we seem to know is how to show the feelings that are wrong

So don't go away, say what you say

Say that you'll stay forever and a day... in the time of my life
Cos I need more time, yes I need more time just to make things right







miércoles, 25 de mayo de 2011

Solo un par de guerreros...

Se encontraron frente a frente sin ningún aviso en medio del camino, como siempre pasa en los momentos más inesperados, como siempre pasa en aquellos momentos que nos marcarán para siempre. Pasada la sorpresa inicial, se observaron en silencio el uno al otro, mientras la luna llena alumbraba la noche con una luz mortuoria y una ligera brisa les sacudía los cabellos.

Ambos estaban cansados y adoloridos, venían de batallas libradas en otros campos, sus cuerpos lacerados y sangrantes pedían a gritos un descanso. Si se hubieran detenido a pensarlo, hubieran podido curarse las heridas y sanarse mutuamente, hubieran podido brindarse el calor de sus cuerpos el uno al otro, mezclando sus resudaciones, explorando cada rincón de sus cuerpos hasta olvidar extasiados por un coctel indefinible todo lo pasado.

Pero la adrenalina y la enajenación de las luchas recientemente libradas aun recorrían sus venas. Ante la aparición inesperada de quien tenían al frente, sus miembros cansados se levantaron a pesar de que aullaron por descanso. Su destino estaba sellado, empuñaron sus armas y lanzando un solo grito de batalla con sus bocas ambos a la lucha saltaron, mientras los fantasmas de su pasado jubilosos las apuestas empezaron…

I'm on my knees, I'm praying for a sign, Forever, whenever
I never wanna die, I never wanna die, I never wanna die
I'm on my knees, I never wanna die
I'm dancing on my grave, I'm running through the fight
Forever, whenever, I never wanna die
I never wanna leave, I never say goodbye
Forever, whenever...

jueves, 19 de mayo de 2011

Te veo a mi costado nuevamente...

Te veo a mi costado nuevamente, ya ni pregunto qué haces ahí, pues parece que el escurrirte en mis sueños se te hubiera hecho una costumbre.

Te observo mientras la luz del sol filtra por la ventana y sus rayos iluminan tu rostro, tú abres los ojos y al verme preguntas - ¿Qué estás haciendo?

Nada - te respondo, un poco sorprendido.

¿Qué haces mirándome? – me dices gruñendo

Nada, ya te dije – insisto.

¿Porque me miras? No lo hagas, no quiero que hagas eso – me dices un poco molesta.

Lo sé – te digo mientras te miro a los ojos.

¿Y entonces por qué lo sigues haciendo? – dices finalmente.

Porque tú aún me gustas a pesar que no quieras nada conmigo…

Siempre apareces como un ángel entre mis sueños, bella como el arte, simple como el aire que respiro...


viernes, 6 de mayo de 2011

Un sueño...

Abro y los ojos y siento el cuarto a oscuras, adivino que ya amaneció pues por un hueco de la puerta se filtra un tímido rayo de luz. ¿Un hueco en la puerta? esos ladrones de mela deben haber hecho más destrozos de los que me he dado cuenta.

Deben ser poco mas de las 6 de la mañana y aun quiero dormir… de pronto te veo acostada a mi lado, te reconozco a pesar de estar espaldas a mí.

Pongo mi mano sobre tu hombro y tú giras lenta y somnolientamente mientras te acurrucas sobre las almohadas - Quiero dormir - es lo único que me dices mientras me miras con los ojos entrecerrados y apoyada en tu costado.

Está bien – te respondo, mientras me doy cuenta de que no sé cómo es que estas ahí, siento un vacio en la cabeza mientras reviso mi rutina de la noche anterior para saber en qué momento te abrí la puerta de la casa y te deje entrar a mi cuarto. No creo haber tomado tanto la noche anterior como para haber perdido la conciencia, dos chilcanos no hacen ese efecto. ¿o sí?

Whatever!!! Al final qué carajo importa como llegaste, estas aquí conmigo y de pronto me percato de que me estas mirando ya con tus dos ojos bien abiertos. Recuerdo que cuando te conocí, vi cierto temor y tristeza en ellos, siento tu miedo nuevamente, pero a pesar de eso me acerco ti. Te abrazo con temor y tú bajas la mirada mientras me recuerdas que debemos descansar.

Lo sé - te respondo.

En los siguientes segundos, el silencio solo es cortado por el ruido que hacen las sabanas mientras nos acercamos el uno al otro para darnos calor, para darnos un beso que aun a esta hora del día siento impregnando con su sabor mis labios, tu rostro se junta al mío y ya no me importa que esté pasando, solo quiero vivir este momento, mientras las caricias empiezan a acompañar el beso y tus manos se escurren por mi cuello.

De pronto suenan golpes en la puerta, nos levantamos con pocas ganas y mientras voy a abrir la puerta, tú te sientas frente a un espejo a colocarte maquillaje.

Aquí te espero – alcanzas a decirme sonriente, yo te devuelvo la sonrisa mientras te miro un poco extrañado, jamás he visto que te coloques maquillaje ¿o sí? Cuantas preguntas en la cabeza en tan poco tiempo.

El hueco de la puerta deja filtrar la luz de manera más potente, ¿Tanto tiempo ha pasado? Al abrir veo a un tipo uniformado – Señor debe retirarse con sus cosas inmediatamente – me espeta el tipo en forma imperativa.

Lo miro sin saber que decir, tiene cara de ser de esos a los que hasta en la primaria su profesora de aula olvidaba llamarlos al pasar lista. Cuando a uno de estos le dan un cargo por encima del resto y peor aún le ponen un uniforme, se transforman. Mejor hablarle bonito, además no quiero alterarme, solo deseo regresar contigo.

Disculpe ¿Podría explicarme de que se trata todo esto? nadie me ha dicho nada…
Señor, si usted no saca sus cosas, las sacare yo mismo, ¿entendido? – Aúlla el tipo.

Ya fue suficiente, a estos no sirve de nada tratarlos como gente.

Mira huev… no sé quién te creas tú, pero si te atreves a tocar una sola de mis cosas te reviento – le respondo mientras me le acerco a pecharlo. El tipo retrocede un paso mientras se lleva la mano a la cintura, estiro la mano para cogerlo del cuello… y me despierto….

Mi respiración está agitada y mi corazón late a mil, poco a poco me sosiego mientras me recuesto sobre mi almohada, total es la primera vez que contigo sueño…

Te dire solo adios, no se cuanto hacia que no estaba bien, a veces buscás, a veces ganás y otras perdés...

Déjame, déjame que te toque la piel, déjame, déjame que yo te pueda ver...









Se que lo habia cerrado, pero me dio ganas de escribir algo nuevamente, supongo que aqui voy otra vez