viernes, 12 de marzo de 2010

Capitulo VIII - Verdorben

A partir de ese entonces Einsam solía salir a cazar con la manada, empezó a recorrer las tierras de Tuin pues quería conocerlas todas, frecuentemente se cruzaba con otras manadas de lobos a las que saludaba e iba conociendo poco a poco, varias de ellas eran de lobos que habían venido de otros lares y que inclusive Einsam conocía.

Una tarde de verano, habiéndose alejado la manada de su territorio y agobiado por el calor, Einsam bajo a la zona del gran lago a beber un poco de agua, cuando de pronto la vio enfrente suyo…

Al iniciar su exilio Einsam aun se encontraba débil por las heridas que le hicieron los duiwels, sin embargo no se preocupó por ello, además ni siquiera le interesó cazar alimento alguno, así que se debilito rápidamente; la fiebre se apoderaba poco a poco de su cuerpo, hasta que una noche cayó rendido al costado del camino mientras las sombras de sus demonios rondaban delirantes por su mente.

Al principio todo era oscuridad, luego entre las sombras vio un lobo a su costado, no sabía quién era pero se le hacía conocido, cuando trato de hablarle, cayó nuevamente; los fantasmas iban uno tras otro; Lippen jugando con Mensch, el cachorro de ambos y los duiwels atacando para destruirlo todo; Hoffart llamándolo a unirse a la jauría; el gran Oso Pardo recordándole las leyes de la selva; Geliebte y los lobeznos huyendo de él al verlo convertido en un duiwel y atacando a la manada mientras dirigía a una nueva jauría. Despertó bañado en sudor justo cuando estaba por destruir a su propia manada. Al principio no lo reconoció, era Murrisch como siempre molesto y gruñendo, no sabía cómo había llegado a la cueva en la que se encontraba pero estaba seca y abrigada.

Al fin despiertas, por momentos pensé que el gran espíritu vendría a llevarte, pero por lo visto aún no te ha llegado el momento de partir – luego de decirle eso, le entregó unos trozos de carne para que se alimente – come un poco, es lo único que he conseguido por estar velándote si despertabas o no, espero que mañana puedas ir de cacería conmigo, porque no pienso cazar algo para los dos.

No te preocupes, supongo que podré cazar algunos ratones al menos – le respondió Einsam mientras devoraba la comida que le había dado Murrisch.

Murrisch era de una manada vecina a la de Einsam, en ocasiones ni los lobos de su propia manda lo soportaban pero de una forma u otra Einsam siempre se llevó bien con él, habían cazado juntos en varias ocasiones cuando Einsam se alejaba de su manada.

¿Qué haces aquí en las montañas? – Einsam sabía que probablemente Murrisch no daría una respuesta, pero por lo menos el intento valdría la pena.

Vine a cazar con Sorglos, seguimos a un viejo alce durante varios días y el inútil me dijo que ya estaba cansado de seguirlo y se regresó con la manada – el rostro de Murrisch se enfurecía intensamente al recordar que Sorglos lo había abandonado en la caceria.

¿Y qué pasó con el alce? – preguntó Einsam mientras se sonreía al ver la cara de Murrisch, él y Sorglos siempre paraban juntos a pesar de que al final siempre discutían.

Lo tuve que dejar ir, has estado dos días con sus noches delirando – Murrisch ni siquiera se molestó en mirar a Einsam al responderle y se echo a dormir.

Einsam, lo observó esperando poder reiniciar la conversación pero se dio cuenta que Murrisch ya no diría nada mas, así que se durmió nuevamente.

Al día siguiente, Einsam buscó algo para comer y bebió agua de un riachuelo que caía de unas rocas cercanas.

Ya se sentía un poco mejor, pero sabía que no podría cazar una presa demasiado grande aún, en otras circunstancias debería haber caído bajo las fauces de algún otro cazador pero por lo visto la hora de partir aún no le había llegado.

El alce venia dejando un rastro de sangre, pude atacarlo en la pierna cuando tratamos de cazarlo con Sorglos, lo vi alejarse hacia el este y el rastro que dejaba no debe haberse borrado aun – Murrisch empezó a husmear entre las piedras buscando algún olor o rastro que le pudiera servir.

No sé si pueda estar en condiciones de cazar a estas alturas, aun estoy débil – Einsam miró a Murrisch un poco dudoso.

No te he preguntado si quieres venir conmigo – respondió Murrisch echando a trotar buscando aún el rastro del alce.

Einsam lo miró alejarse y decidió acompañarlo, le fue difícil mantener el paso de Murrisch quien a pesar de ir casi a rastras llevaba buen ritmo, recién encontraron el rastro al día siguiente y empezaron a seguirlo, durante la cacería comieron algunos roedores y presas pequeñas que se les cruzaban por el camino para no detenerse mucho tiempo. Einsam se sintió mejor con la cacería, su espíritu se renovaba al recorrer esas nuevas tierras, a pesar que su maltratado cuerpo aun no estaba bien del todo. Al atardecer del segundo día, encontraron al alce, estaba sobre la loma de una colina, herido y furioso, un sol dorado brillaba a sus espaldas y resoplaba pateando el suelo, sabía que su hora había llegado, pero no se iría sin luchar, su esplendida cornamenta se batía de un lado para otro, listo para pelear hasta su último aliento de vida.

Einsam y Murrisch lo divisaron y creyeron que los estaba esperando para luchar, sin embargo cuando se acercaron, se dieron cuenta que el alce estaba preparándose para luchar con otros lobos, los cuales se agazaparon sobre él.

¡Esa es mi presa! - Murrisch aulló encolerizado, lanzándose hacia la colina.

Estos son nuestros territorios de caza, ¿Quien te crees tú que vienes aquí a reclamar una presa que no te pertenece? – replicó uno de los lobos.

Vengo siguiendo a ese alce desde hace varios días ¡Me pertenece! – Murrisch se ponía más furioso cada vez.

Tranquilo extranjero, de cualquier forma tú y tu compañero enfermo no podrían luchar contra este alce solos, te propongo que lo cacemos juntos y compartamos el producto de la caza – dijo el lobo líder del grupo.

Hey Murrisch, ese lobo tiene razón, además un alce es demasiada carne para ambos – susurro Einsam.

¿No entiendes? La comida se comparte, pero no he venido siguiendo a este alce para que otros lo cacen, esa es mi presa – Murrisch se notaba frustrado de no poder cazar por el mismo el alce.

Bueno extranjero, ¿Cazas con nosotros o no? – inquirió otro de los lobos.

Está bien – dijo resignado Murrisch.

Ciertamente, Murrisch y Einsam no hubieran podido solos con el alce, lucharon junto con todo el grupo durante una hora, pero finalmente Murrisch pudo pescarlo del cuello y derribarlo al suelo.

Los lobos aullaron dando gracias al gran espíritu por la carne concedida.

Ustedes vienen desde muy lejos ¿De dónde son? – le pregunto uno de los lobos a Einsam.

Vengo de las colinas amarillas – respondió Einsam.

¿Y qué hacen acá? ¿Han venido aquí únicamente por seguir a ese viejo alce?

Yo renuncié mi manada, ahora soy un wontolla, no pertenezco a ninguna manada, soy un cazador solitario – Einsam pronunció sus palabras un tanto avergonzado.
¿Y tú? ¿También dejaste tu manada? – pregunto el lobo a Murrisch.

No. Él venía siguiendo al alce – respondió Einsam.

Todos rieron, menos Murrisch quien trataba de morder una duro pedazo de carne del alce.

Mi nombre es Racher. Nosotros somos lobos de la manada de las tierras de Kunt. Este es nuestro territorio de caza, sean bienvenidos ambos y si desean, pueden venir con nosotros – les dijo el líder del grupo.

¿Las tierras de Kunt? – pregunto Einsam.

Así es, ¿Por qué la pregunta? – contesto Racher.

Mi madre nació aquí, salió de las tierras de Kunt siendo una lobezna, junto con sus padres, se establecieron en las tierras de Zuneigung y se unieron a la manada de las colinas amarillas, jamás pensé en venir aquí – Einsam se preguntaba si sería simple casualidad el que estuviese en la tierra de sus ancestros.

En las tierras de Zuneigung habitan varias manadas, en las tierras de Kunt, todos somos una sola manada. Bueno, ¿Qué dicen? ¿Vienen con nosotros o no? – respondió sonriente Racher.

Einsam y Murrisch se quedaron algún tiempo con la manada de las Tierras de Kunt, Racher era un buen lobo y se hizo amigo rápidamente de Einsam, Murrisch andaba gruñendo de un sitio para otro pero se quedó con la manada también, aunque ninguno de los dos pidió integrarse a ella. Algunas lunas después, Einsam, estaba con Racher y Murrisch pensando salir de cacería, cuando escucharon aullar a un par de viejos lobos de alegría.

¡Verdorben está aquí! – Exclamo Reich una joven loba, compañera de Racher - Vengan conmigo, voy a presentársela.

¿Quién es la que ha llegado? – pregunto Einsam.

Verdorben, es hermana de Reich, dejo la manada hace algún tiempo y se fue a vivir a las tierras de Zuneigung. Curiosa vida, mientras unos se van, otros vienen – Racher rió mientras se echaba a correr.

Einsam y Murrisch lo siguieron aunque no de muy buena gana.

Así que ustedes son de las tierras de Zuneigung, conozco a la orgullosa Manada de las Colinas Amarillas, el Gran Oso Pardo fue su aliado en la noche de la batalla contra los duiwels – dijo Verdorben al ser presentada con Einsam.

El Gran Oso Pardo luchó a nuestro lado para defender a todos los lobos de las tierras de Zuneigung, no sólo a la manada de las colinas amarillas, la jauría era peligrosa y alguien debía enfrentarla, nosotros lo hicimos – Einsam musitó cabizbajo al recordar la noche por la que inició su exilio.

Llevo varias lunas viviendo en las tierras de Zuneigung, son hermosas, pero extraño las tierras de Kunt y a mi manada, vine de cacería con un grupo de lobos de la manada de las Lomas Rocosas y pensé que sería bueno visitarlos – Verdorben no dejaba de sonreír mientras observaba a Einsam.

Me alegra que estés aquí – respondió Einsam un tanto turbado

Esa noche Einsam acompañó a Verdorben a la reunión que la manada preparó para festejar su llegada, en los días siguientes salieron junto a Racher, Reich, Murrisch y otros lobos de cacería, Verdorben tenía tanta energía y alegría acumulada que por momentos hacia olvidar todo lo vivido a Einsam. Sin embargo, Verdorben no permaneció mucho tiempo en las tierras de Kunt, a los pocos días se fue, pues debía regresar a las tierras de Zuneigung, con la manada de las Lomas Rocosas.

Einsam abandonó las tierras de Kunt en la siguiente noche de luna llena. Murrisch no fue con él, pues Klein una joven loba de la manada, llevaba en su vientre un cachorro del cual era el padre.

Después de tantas lunas transcurridas y en las tierras de Tuin. Verdorben, la joven loba que Einsam había conocido en las tierras de Kunt, estaba parada frente a él.


Despues de tiempo me la encontre la otra vez, estaba bella como las estrellas...
Cogi su bella mano y la empece a besar...

Fin de la primera temporada...

1 comentario:

Miguel Rodríguez dijo...

Wow, parece que le debo poner al día en los textos para poder seguirte.

Un abrazo hermano Lobo.