jueves, 29 de noviembre de 2012

Arbol que nace torcido


Creo que la mayoría de nosotros cuando hemos sido niños, hemos pasado por el típico ritual de conocer a los hijos de los amigos de nuestros papas o de los amigos más cercanos a la familia.

Como yo no podía ser la excepción, a mí también me toco pasar ese ritual, y si bien es cierto recuerdo que conocí a varios niños de mi edad, en su gran mayoría son únicamente un recuerdo vago sin rostros definidos. Pues usualmente, más allá de las ocasiones en que me los presentaban, a pocos de ellos los volvía a ver. Y si por un lado, debo reconocer, que nunca he sido muy sociable, (Por si acaso, amable lector, estoy en una época de introspección, creo que a todos nos pasa) en esa época no había tantas formas de conectarse como ahora. Oseaaaa, no existía San Facebook y si a alguien le hubieran hablado de algo similar a la gran nube de la internerd posiblemente hubiera pensado en una novela de ciencia ficción, creo que ni siquiera en Perdidos en el espacio aparecía algo así :s

Recuerdo a un par de hermanos que vivían arriba del cine Tropical, hijos de una amiga de mi mama a la que solíamos visitar de cuando en cuando. Eran mayores que yo y cuando iba, me solía entretener jugando con ellos sus juegos de mesa, me gustaba subir las escaleras que llevaban hacia su casa, las cuales solían ser bastante frescas a diferencia del calor que tenemos normalmente en Chiclayo. Ambos eran siempre amables conmigo, e incluso recuerdo haberme puesto junto con ellos a mirar desde la ventana de su casa el parque principal de la ciudad y observar como transcurría la apacible vida norteña, una vista que aun tengo en la memoria y que en mis remedos de fotógrafo aficionado me gustaría poder tener ahora. 

Además de estos dos hermanos, hay otra chica a la que recuerdo, era sobrina de una amiga de mi tía, vivía junto con su hermana o prima no lo recuerdo con claridad, pero eran más o menos de mi edad. Mientras a los dos hermanos los conocí cuando yo tenía 6 o 7 años, a ella la conocí ya cerca de los 10 años. Las pocas veces que llegue a su casa, ella y su ¿hermana/prima? fueron bastante afables conmigo, pero eran dos niñas y mis ánimos de sociabilizar con ellas nunca fueron los mejores, yo aún andaba más interesado en la hora que darían Mazinger Z o los capítulos nuevos de los superamigos. A pesar de eso, un día llego a mi casa un sobre de colores con mi nombre, era una invitación para la fiesta de cumpleaños de la niña. Luego de abrir el sobre, le dije a mi mama que no quería ir, no recuerdo muy bien las reacciones en mi casa, pero creo que me miraron mal.

El día del cumpleaños se acercaba y la verdad yo me había olvidado del asunto (creo que ni regalo fui a comprar), hasta que un buen día luego del colegio mientras leía unos comics, recibi una llamada, era la niña.

Hola - me dijo con su vocecita.

Yo le respondí el saludo y pregunte quien era, pues la verdad ni se me ocurrió que fuera ella. Luego de decirme su nombre y preguntarme como estaba, vino la pregunta de rigor.

Llamaba para saber si ibas a venir a mi fiesta – me explicó. 

Ahora que lo pienso, en ese momento debería haber tenido a mi lado al robot de perdidos en el espacio agitando sus brazos, prendiendo sus luces de emergencia y gritando Peligro!!! Peligro!!! Peligro!!!

Sin embargo, no contaba con el dichoso robot y no hubo nada que me pudiera alertar de lo que se venía.

No – le respondí de manera inmediata.

¿Por qué? – me dijo ella. 

Al escuchar la pregunta, lo único que salió de mi boca fue un rudo y torpe: Porque no quiero.

Lo siguiente que escuche fue el pitido del teléfono cuando se corta la llamada y a mis casi 10 años por primera vez sentí en el pecho esa sensación que uno tiene cuando siente que hay algo que no debió haber hecho.

En general, creo que no he sido muy sutil para decir lo que pienso en mas de una ocasión, lo que me hace pensar en muchas ocasiones que esa expresión de árbol que nace torcido jamás se endereza puede ser cierta, pero me niego a aceptarla así tan fácilmente. Al fin al cabo, somos humanos capaces de aprender y mejorar, si no lo logramos, lo intentamos nuevamente, si nos caemos, nos levantamos, si fallamos, corregimos, porque al fin y al cabo se supone que aprendemos a ser mejores cada día. Espero estar haciendo poco a poco mi parte.

Boys don't cry..


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